En Panadería Clara y Ana además del pan, elaboramos dulces tradicionales: magdalenas, pastas, bollos, galletas sin aditivos, sin prisas y con recetas que pasan de generación en generación.

Detrás de cada hogaza, cada magdalena y cada dulce, hay un equipo de seis personas que madruga cuando aún no ha salido el sol. No trabajan por rutina, sino por vocación. En Panadería Clara y Ana, cada día empieza con las manos en la masa y el corazón en el horno.

Amasamos, boleamos, horneamos… todo a mano, con paciencia y respeto por los tiempos del pan de verdad. Nada se hace corriendo ni con prisas. Nos mueve la pasión por lo auténtico y el orgullo de seguir una tradición que hoy parece en peligro de desaparecer.

Nos esforzamos para que nuestros productos lleguen frescos cada mañana, sabiendo que ofrecemos algo más que pan: llevamos historia, esfuerzo y una forma de hacer las cosas que nace del cariño por lo bien hecho.